miércoles, 2 de noviembre de 2011

Valentino-Once relatos que no deberías leer (Miguel Andrés)

Este libro lo ha escrito Miguel, el jefe de estudios del instituto, al que muchos conoceis. Os recomiendo que leais el libro, amí me ha gustado mucho.                          
He decidido poner este relato porque es el que más me gustó, sobre todo por el tema al que tan acostumbrados estamos a escuchar, el maltrato. Este relato está contado sobre el punto de vista de el perro de la protagonista y va contando como cada día su dueña sufre esto. Cada año son muchas las mujeres que mueren y sufren porque les maltratan,esto me parece una injusticia en toda regla y se debería poner fin a esto porque nadie se merece que le maltraten. Pero todo hay que decirlo, algunos hombres tambíén son maltratados y al igual que las mujeres todos debemos ser respetados y no maltratados


-Si me pegas no vas a lograr nada. Pienso mordértela si es necesario, incluso te la arrancaré de cuajo como lo hizo la Lorena Bobbitt. No te va a valer de nada lo de otras veces. Hoy no -gritó ella.

   Entonces él se vino hacia mí. Me cogió en brazos y me miró. Mientras me acariciaba soltó las palabras mágicas que provocaron que los muros de contención de Marta que se derrumbasen.

-Si no lo haces mataré al chucho. Sabes que soy capaz- y me agarró del cuello.
-Nooo-lloriqueó ella-. No le hagas nada
-Entonces, ya sabes lo que tienes que hacer.
-De acuerdo, pero no le hagas nada-cedió-.

   Me dejó en el suelo y me dio una patada. Me escondí debajo del armario. Sabía que no debía morderle, que ella lloraría, que no me lo perdonaría.

   Esa situación se repitió muchas veces. El detonante era diferente en cada ocasión: un programa de televisión que cercenaba las noticias deportivas, una llamafa telefónica que no estaba autorizada por su señoría el emperador de Europa del Sur, Marta descubría qalgo que él había decidido que debía ser olvidado... la causa era variada, pero la consecuencia era la misma: yo recibía golpes y ella lloraba y cedía ante sus pretensiones. Era como el gobierno de Japón después de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
   Pero hace dos días todo explotó.

   La comida no estaba a su hora y la bronca inundó la habitación. Gritos y amenazas acabaron con un puñetazo en la cadera de ella. Era la gota que hacía desbordar el vaso. Le había perdonado que me pegase, que me hiciese sangrar; le había perdonado las tortas que habían dejado a Marta la cara marcada y el ojo morado que ella había disimulado hablando de una pelota de tenis que se había escapado de una pista municipal; le había perdonado tantas cosas que ya había perdido la cuenta. Pero aquel día me harté. Quizás las lágrimas de ella eran más saladas, quizás me pilló hambriento o quizás el desayuna había tenido demasiadas proteínas... no soy quién para juzgarlo.

   La verdad es que esos momentos están difusos en mi memoria. Solo recuerdo que mi mente explotó y que segundos después mi boca estaba agarrando el cuello de ese malnacido. Marta gritó cuando me vio y yo le solté. Juan Carlos no se volvió a mover.

    Ella me abrazó y me dijo:
    -Gracias, cariño. Gracias.

1 comentario:

  1. Es un honor para mí que publiques un fragmento de mi libro. Me alegro de que te gustara. Solo es una parte del relato, invito a quien quiera leerlo entero a que me lo pida a mi correo yomacyo@hotmail.com y le enviaré el relato completo.
    Muchas gracias por leerlo, Elisa; muchas gracias por disfrutarlo y muchas gracias por compartirlo.

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